miércoles, 23 de octubre de 2013

Siempre presentes en la mente y en las manos de Dios

El pueblo de Jerusalén decía: «Dios me abandonó, mi Dios se olvidó de mí». Pero Dios respondió: «Jerusalén, ¿acaso puede una madre olvidar o dejar de amar a su hijo? Y aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaré de ti.
Yo te llevo grabada como un tatuaje en mis manos, siempre tengo presentes tus murallas.
Isaías 49:14-16
 

 
La verdad hay madres que se olvidan de sus hijos, como las mamás avestruces:
El avestruz es muy alegre, y le gusta agitar sus alas, pero no es un ave cariñosa: pone sus huevos en la arena, y allí los deja empollar; ¡no parece importarle que una fiera los aplaste! Maltrata a sus polluelos como si no fueran suyos, y no le importa que se pierdan.
Cuando yo repartí la sabiduría, no le di su porción de inteligencia, pero cuando extiende sus alas es más veloz que cualquier caballo. Job 39:13-18
Contrario a la avestruz; es nuestro Dios quien es un Padre tierno y compasivo; y nunca se olvida de nosotros, sus hijos; Él nos cuida y nos corrige para nuestro verdadero bien, para hacernos santos como él (Job 12:10).

Bendiciones.