martes, 25 de octubre de 2011

Nuestro fruto, una vida digna para el Señor

"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí". Juan 15:1-4


Veamos una de las peticiones de oración de Pablo por los Colosenses: "...No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios" (1:9-10).
Esta debe ser una de nuestras peticiones por el cuerpo de Cristo, su iglesia, en este tiempo donde el caminar de muchos cristianos deja mucho que pensar; "Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra" (Tito 1:16).

Nuestro fruto es el resultado de una vida integra y digna conforme a los parámetros de nuestro Señor; sólo podemos llevar mucho fruto permaneciendo en Cristo, y en su Palabra, que es la que nos limpia de toda maldad.
Agrademos a Dios llevando una vida de rectitud y de santidad para Él.

Un abrazo y muchas bendiciones.