
No miremos el camino con sus altibajos, miremos la meta siempre, Jesús tomó la cruz y siguió adelante, sin importar el viacrucis por el cual tenía que pasar, ese camino tan terrible que lo esperaba para llegar al calvario, donde le esperaba la muerte en la cruz, sin embargo lo vemos siempre adelante sin retroceder, así debe ser nuestra vida cristiana, seguir el llamado que nos hizo un día nuestro Dios, sin desfallecer, aunque el camino sea escabroso; perseverando. Quitemos todo obstáculo que se nos presente con la ayuda de nuestro gran Consolador: Toda amargura, resentimiento, aflicción, angustia, ansiedad, depresión, tristeza; y todo lo que no agrada a Dios que aún guardamos en nuestro corazón (Concupiscencia), cosas que no nos dejan avanzar y alcanzar la victoria; un corazón limpio. El norte de nuestro camino, es Jesucristo, quien infunde fe a nuestro corazón, para poder estar siempre firmes cada día; no quitemos nuestros ojos del que todo lo puede, nuestro Eterno Redentor. Traigamos a Él nuestras cargas (Mateo 11:28-30); y sea nuestra mirada fija en Cristo Jesús, para alcanzar nuestra meta.