
La incredulidad es un pecado grave que viene de un corazón endurecido y falto de fe; que impide gozar de las promesas de Dios. Cuando Jesús vino a su tierra Nazareth, en Mateo 13:58 dice: "Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos".
La fe da convicción de lo que no se ve a nuestro corazón, "y todo lo que no se hace con la convicción que da la fe, es pecado". Romanos 14:23 (DHH)
Bendiciones.